miércoles, 7 de septiembre de 2011

MALDICION DE TUTANKAMON

[1]LA MALDICIÓN DE TUTANKAMON

La muerte cayó sobre quienes osaron perturbar el sueño de los faraones
 De pronto, en medio de la noche, un perro comenzó a aullar en aquella casa decampo de Inglaterra. El constante, lastimero aullido terminó por despertar la familia que ocupaba la casa. Pese a los esfuerzos de la familia, el perro no pudo ser calmado: el desdichado animal siguió aullando hasta que sin aliento, exhausto, cayó muerto.
Este extraño suceso ocurrió en Hampshire, en la casa que poseía lord Carnarvon, un arqueólogo aficionado de 57 años, perteneciente a la nobleza. En el momento en que el perro comenzó a aullar, el propio lord Carnarvon agonizaba, a miles de kilómetros de su casa, en una habitación del hotel Continental, de El Cairo. La maldición del rey niño, el faraón Tutankamon, se cobraba a sus dos primeras víctimas, a las que seguirían muchas mas.
La maldición faraónica era algo que lord Carnarvon conocía bien; no solo porque el aristócrata era un entusiasta egiptólogo, sino porque alguien se recordó cuando todavía estaba en Inglaterra preparando la última y más ambiciosa de sus expediciones a Egipto: la que debía llevarlo hasta la fabulosa tumba de Tutankamon, llena de inapreciables tesoros. Lord Carnarvon recibió un, misteriosa advertencia, formulada por un célebre místico de aquella época, el conde Hamon. Su mensaje decía: "Lord Carnarvon. No entre en tumba. Peligroso desobedecer. Si ignora advertencia enfermará sin recuperación. La muerte lo reclamará en Egipto." El aristócrata tomó tan en serio esta advertencia que consultó dos veces a una adivina. Las dos veces, la vidente le predijo que moriría muy pronto y en misteriosas circunstancias.
A pesar de todo, Lord Carnarvon siguió adelante con la expedición; es que con ella se hacía realidad una ambición que lo habla absorbido durante largos años. Cuando llegó a Egipto, se mostró airosamente valiente, restando importancia a la maldición faraónica; en ese mismo momento, la maldición de Tutankamon tenía aterrorizados a los trabajadores nativos, empleados en la excavación de Luxor. Arthur Weigall, uno de los socios más importantes de expedición, se sintió impulsado a declarar: "Si Carnarvon baja a la tumba con ese humor despreocupado, no le doy mucho tiempo de vida."
El 17 de febrero de 1923, Carnarvon y su equipo se abrieron camino has! la cámara funeraria del rey niño egipcio. En ella, lord Carnarvon y su colega norteamericano, Howard Carter, se encontraron tesoros que ni siquiera hubieran sido soñados: oro, piedras y gemas preciosas, así como el ataúd de oro  macizo que contenía el cuerno momificado de Tutankamon. Sobre la tumba había una inscripción, que los expedicionarios consiguieron traducir. Rezaba: "La muerte llegará a los que perturben el sueño de los faraones.  Dos meses más tarde, el ya famoso lord Carnarvon despertó en su habitación del hotel Continental y dijo: "Me siento muy mal." Cuando su hijo acudió verlo, Carnarvon estaba inconsciente. Murió esa misma noche. El hijo del aristócrata estaba descansando en el cuarto contiguo en el momento en que Carnarvon moría. Tiempo después, el muchacho recordó que "las luces se apagaron en toda la ciudad de El Cairo; encendimos velas y rezamos".
La muerte de Carnarvon fue atribuida a la infección que le transmitió un mosquito; la infección, se dijo, lo debilitó y causó el comienzo de una pulmonía. Se agregaba un dato extraño: el cuerpo momificado del faraón egipcio tenía una pequeña mancha sobre la mejilla izquierda, exactamente en el mismo sitio donde el mosquito había picado a lord Carnarvon.
Poco tiempo después se produjo otra muerte en el hotel Continental. El arqueólogo norteamericano Arthur Mace, uno de ‘los miembros más destaca dos de la expedición Carnarvon, comenzó a quejarse de cansancio y súbita mente entró en coma; murió antes de que los médicos pudieran diagnosticar el mal que padecía.

 Los egiptólogos comenzaron a morir uno tras otro. Un íntimo amigo de lord Carnarvon, George Gould, viajó precipitadamente a Egipto tan pronto como se enteró de la muerte del aristócrata inglés. Gould visitó la tumba del faraón y al día siguiente sufrió un colapso, caracterizado por la fiebre alta. Murió doce horas más tarde.

 El radiólogo ArchibaldReid, que examinó con rayos X el cuerpo de Tutankamon, fue enviado a su casa, en Inglaterra, apenas comenzó a quejarse de agotamiento. Murió poco después. Richard Eethell, que durante la expedición actuó como secretario personal de Carnarvon, fue encontrado muerto en la cama, víctima de un ataque cardíaco.

 El industrial británico Joel Wool fue uno de los primeros invitados oficiales, ver la tumba del faraón; murió poco después, víctima de una misteriosa, fiebre. En un lapso de seis años —los que duró la excavación de la tumba d, Tutankamon—, murieron doce de los arqueólogos presentes en el momento del descubrimiento. Y, al cabo de siete años, sólo dos de los miembros del equipo original de excavadores estaban aún con vida. No menos de otras veintidós personas vinculadas a la expedición murieron de manera prematura entre ellas figuran lady Camavon y el hermanastro del aristócrata arqueólogo Este último se suicidó, aparentemente en medio de una crisis de locura súbita.
Uno de los afortunados supervivientes fue el codirector de la expedición, Howard Carter. El arqueólogo siguió mofándose de la legendaria maldición faraónica y murió por causas naturales en 1939.


Pero la maldición de los faraones siguió cobrando su precio en víctimas. muchos años después de la desaparición de Carter. En 1966, el gobierno de El Cairo encargó a Mohammed lbrahan, director de Antigüedades de Egipto que organizara una exposición de los tesoros de Tutankamon en París. lbraham se opuso a esa decisión y tuvo un sueño premonitorio, según el cual debería enfrentarse personalmente a un peligro de muerte silos tesoros del faraón salían de Egipto.



Cuando lbraham salía de la última reunión, en la que había tratado infructuosamente de convencer a los funcionarios gubernamental, fue atropellado y muerto por un coche. Tres años después, el único superviviente de la expedición Carnarvon a la tumba faraónica, Richard Adamson, de 70 años de edad, concedió a la televisión británica una entrevista. En ella se proponía "demoler el mito de la maldición egipcia".

Adamson, que habla actuado como guardia de seguridad de looCarnarvon, explicó a los telespectadores: "No creo y no he creído en ese mito, ni por un solo momento." Más tarde, cuando abandonaba los estudios de tele visión, el taxi que lo llevaba chocó; Adamson fue arrojado sobre la carretera un camión, que giraba en ese momento, estuvo a escasos centímetros de aplastarle la cabeza.

 Era la tercera vez que Adamson hablaba en público para desmentir la leyenda faraónica. La primera en que explicó francamente su incredulidad, su mujer murió veinticuatro horas más tarde. La segunda vez, su hijo se fracturó la columna vertebral en un accidente de aviación.



Después de su choque en la carretera, Adamson, que se restablecía de su” heridas craneales en un hospital, confesó: "Hasta ahora me he negado a creer que mis desgracias familiares tuvieron algo que ver con la maldición de lo” faraones. Pero ya no me siento tan seguro."



El temor a la maldición de los faraones volvió a surgir en 1972, mientras la máscara de oro de Tutankamon era embalada antes de viajar a Londres, don de había de ser exhibida en el Museo Británico. El hombre que tenía a su cargo en El Cairo la operación del traslado era el doctor GamalMehrez, que había sustituido al malogrado Mohammed lbraham en el cargo de director de Mil antigüedades de Egipto.



El doctor Mehrez no creìa en la maldición faraónica. Decía: "Yo, más que ninguna otra persona en el mundo, he estado en contacto con las tumbas y las momias de los faraones; sin embargo, todavía estoy vivo. Soy la prueba viviente de que todas las tragedias vinculadas con los faraones han sido una simple coincidencia. Por el momento, al menos, no creo en la maldición."

 El doctor Mehrez estaba en el Museo de El Cairo, organizando los último detalles de la mudanza, el día que los exportadores llegaron para instalar la inapreciable carga en los camiones. Esa tarde, después de haber observado 1, operación de carga, Mehrez murió. Tenía 52 años; las causas de su muerte fueron atribuidas a un colapso circulatorio.

  Imperturbables, los organizadores de la exposición continuaron con los preparativos. Un avión del Comando de Transportes de la Real Fuerza Aérea,  destinado a la tarea de llevar las reliquias a Gran Bretaña. En los cinco año que siguieron al día del vuelo, seis miembros de la tripulación de la aeronave fueron víctimas del infortunio o fueron visitados por la muerte. El oficial Riel, Laude, piloto jefe del avión Britann la, y el ingeniero de vuelo gozaban de un excelente salud. Pero ambos estaban destinados a morir muy pronto. La esposa Parkinson informó que, a partir del vuelo, el aviador habla sufrido un ataque cardíaco anual, siempre en la misma época del año en que había transpor­tado las  reliquias egipcias. El último ataque acabó con él, en 1978; tenía ente 45 años. 

 El comandante Laurie había muerto dos años antes también víctima de un ataque cardíaco. Cuando Laude murió, su esposa dijo: "Es maldición de Tutankamon, esa maldición lo ha matado." Laude no tenía que 40 años. Durante el vuelo del Britannia, el oficial que mandaba a los técnicos, IanLandsdowne, golpeó con el pie, en broma, la caja que contenía la máscara mortuoria de Tutankamon. Comentó, riendo: "Acabo de patear el objeto más del mundo." La pierna con la que dio el golpe estuvo escayolada durante meses: sufrió graves fracturas cuando, de manera inexplicable, una escaler­a la que había subido se derrumbó bajo su peso.

  El oficial de navegación, teniente aviador JimWebb, perdió todas sus pertenencias cuando su casa resultó destruida por un incendio. Una joven que viajó a bordo del avión Britannia en aquel vuelo tuvo que abandonar la RAF después de sufrir una e operación.

 Un  camarero del Britonnia, el sargento Brian Rounsfall, reveló,  en el vuelo de regreso a Londres jugamos a las cartas utilizando el ataúd como mesa. Por turno, nos sentábamos sobre la caja que contenía la máscara mortuoria, do y bromeando acerca de ella. No fuimos irrespetuosos: sólo nos divertíamos un poco." En la época del vuelo, Rounfall tenía 35 años de edad. En los años siguientes sufrió dos ataques de corazón.



Existe alguna manera lógica de explicar esas muertes misteriosas y esa acumulación de desgracias sobre tantas personas vinculadas a las reliquias de Tutankamon? 

 El periodista PhillipVandenburg estudió, durante años, la leyen­da sobre la maldición de los faraones y aportó dos sugerencias interesantes. En su libro The Curse of tire Pharaohs, demuestra que las tumbas, dentro de las pirámides, eran ambientes propicios para la supervivencia de bacterias; a lo largo de los siglos, dice el autor, éstas podrían haber desarrollado nuevas y desco­cidas especies cuyo poder se hubiese mantenido hasta la actualidad.

Vandenburg señaló también que los antiguos egipcios eran expertos en el o de venenos; y algunas drogas no necesitan ser ingeridas para matar: pueden ser letales por contacto, por penetración en la piel. Así sugiere que los egipcios podrían haber mezclado sustancias venenosas con la pintura de las redes interiores de las tumbas, que luego fueron selladas y convertidas en reductos herméticos Por esta razón, los antiguos ladrones de tumbas, que incursionaban en éstas, practicaban un pequeño orificio en la pared de la cámara, a fin de que el aire fresco circulase, antes de atreverse a forzar la cámara.
Pero la explicación más extraordinaria acerca de la maldición de los farao­nes fue propuesta en 1949. Su autor fue el profesor Louis Bulgarini, quien aclaró: "Es definitivamente posible que los antiguos egipcios hayan usado radiaciones atómicas para proteger sus lugares sagrados."

[2]  TOMADO DE  : http://www.todofantasmas.com/LA-MALDICION-DE-TUTANKAMON/103





En abril de 1923, a causa de la picadura de un insecto, muere Lord Carnarvon, quien encabezó las exploraciones arqueológicas en Egipto junto a Howard Carter. Esta circunstancia fue aprovechada por la prensa sensacionalista para inventar la maldición de Tutankamón. Aunque algunos miembros de la expedición murieron trágicamente, otros, como Howard Carter, Evelyn Carnarvon y el arqueólogo Callender, que participaron en la apertura de la sepultura, terminaron sus días apaciblemente.

El faraón Tutankamón representado en la máscara de oro de su sarcófago.

Los faraones fueron los reyes del Antiguo Egipto, considerados dioses y teóricamente dueños de hombres y bienes.

Tutankamón se casó a los diez años con la princesa Ankhsen Amón, hija de su madrastra Nefertiti. Un año antes había subido al trono tras la muerte del faraón Smenker, aunque el poder político lo detentó su visir, Ay, y el militar el general Horemheb, quienes más tarde, junto con el ministro de finanzas, Maya, entre otros, conspiraron para asesinarlo y finalmente lo envenenaron a través de Oda, una criada, que se prestó al hecho a cambio de favores.


Las últimas investigaciones dieron como resultado que Tutankamón no murió de un golpe en la cabeza como se creía…



BIOGRAFÍA DE TUTANKAMÓN

Faraón egipcio de la XVIII dinastía,  Tutankamón era yerno del faraón Akenatón, que murió sin dejar hijos varones; por ello le sucedieron sus yernos, Semenkera y Tutankamón; este último, hermano del anterior, accedió al Trono hacia el 1360 a. C. De hecho, hasta la muerte de su suegro, Tutankamón llevó el nombre de Tutankatón, en honor del dios solar Atón cuyo culto había impulsado Akenatón con carácter casi monoteísta.

Tres años después de acceder al Trono, el nuevo faraón restableció el culto tradicional y, consiguientemente, el poderío de los sacerdotes de Amón, seriamente debilitado en el reinado anterior; al mismo tiempo, devolvió la capitalidad a Tebas, abandonando la capital creada por Akenatón en Amarna; y para simbolizar estos cambios, sustituyó su propio nombre por el de Tutankamón (que significa «la viva imagen de Amón).


El reinado de Tutankamón no tuvo otro significado que este restablecimiento del orden tradicional del Egipto faraónico, bajo la influencia de los sacerdotes y generales conservadores. Tutankamón murió cuando sólo contaba 18 años y llevaba seis de reinado, probablemente en un motín palaciego. Debe su fama a que su tumba fue la única sepultura del Valle de los Reyes que llegó sin saquear hasta la edad contemporánea; su descubrimiento por Howard Carter en 1922 constituyó un acontecimiento arqueológico mundial, mostrando el esplendor y la riqueza de las tumbas reales.








La historia conocida I


1922. EGIPTO - EL DESCUBRIMIENTO DE LA TUMBA DE TUTANKAMÓN

En Egipto, en el Valle de los Reyes, situado en la orilla occidental del Nilo, frente a Karnak y a Luxor, las excavaciones emprendidas por el científico Howard Carter y Lord Carnarvon a partir de 1906 los conducen al hallazgo de una tumba real de la XX Dinastía.
La exploración de la misma, cuyo acceso fue descubierto el 24 de noviembre de 1922, se prolongará durante los próximos 4 años y los llevará hasta la cámara sepulcral del faraón Tutankamón, quien ha reinado hacia el 1325 AJC. El descubrimiento representará uno de los mayores sucesos arqueológicos del siglo atrayendo la atención de la prensa del mundo entero y convocando la visita de representantes de más de un centenar de sociedades científicas.
La tumba, en su mayor parte a salvo de los saqueadores durante siglos, contiene en su antecámara gran cantidad de objetos valiosos, lo que demandará varios meses para su inventario y transporte. Finalmente la cámara mortuoria es descubierta y en ella un gigantesco féretro de mas de 5 m. de largo y casi 3 de altura, recubierto en oro conteniendo sucesivos féretros que protegen el sarcófago real.
Lord Carnarvon, coleccionista de antigüedades inglés, quien ha encabezado las exploraciones arqueológicas en Egipto junto a Howard Carter, muere en abril de 1923 como consecuencia de la picadura de un insecto, lo cual dará inicio a especulaciones sobre una supuesta maldición atribuidaal faraón. Siete años mas tarde habrán muerto la totalidad de los principales miembros de la expedición a excepción de Carter, aunque la mayoría por causas aparentemente naturales.

Hacia fines del siglo XX los restos de Tutankamón, hijo de Akenatón, que al momento de su muerte, hacia el año 1335 A.J.C., contaba con tan solo 19 años de edad, descansan nuevamente en el Valle de los Reyes, luego de un obligado periplo impuesto por la investigación y la curiosidad científica.

 TUTANKHAMON
Con él se restablece el culto a Amón y restituye al templo de Karnak su anterior importancia. Fue el hijo 3ro de Amenhotep III, prueba de ello son las representaciones en el templo de Luxor y objetos personales que muestran que Tutmés IV es su abuelo. El análisis de sus restos le dan una edad de unos 18 años en el momento de su muerte. Un bloque hallado en Amarna en conmemoración del nacimiento de Tutankhamón, lo muestra sin barba postiza ni ureo, dando a significar que es un heredero de segundo orden o príncipe, como debe ser por ser  hermanomenor de Smenkhkare. En cuanto a la madre seria Sitamon  lo cual  explica el porque de tantas piezas del ajuar funerario de Smenkhkare su hermano, en su tumba.
Desde el descubrimiento del cuerpo del joven rey en KV62 por Howard Carter, siempre se ha intuido la posibilidad de que Tutankhamón muriese asesinado .En análisis inmediatamente posteriores a su descubrimiento, se encontró una marca en la parte trasera del cráneo posibilitando la muerte por accidente de equitación o por asesinato mediante un golpe con algún objeto contundente.
Posteriores análisis han apuntado a un golpe "post mortem" durante el proceso de embalsamamiento. Con la entrada de la tecnología en la medicina, se realizaron placas de rayos X del cráneo del rey. Estas mostraban un hueso asignado a un desprendimiento de la parte interior del hueso occipital del cráneo. Esta lesión refuerza las hipótesis del accidente o del asesinato.

En 1996, un  examen de la Long Island University, revelaba que la hemorragia producida por el golpe sólo podía explicarse si lo había recibido en posición horizontal, y por lo tanto mientras dormía.Esta   hipótesis  ha sido descartada por expertos egipcios que indican que la forma del derrame es debida si a un golpe en posición horizontal sobre una superficie dura pero una vez muerto. Se  revela tras el examen forense que Tutankhamón pudo ser envenenado.

Un experto consultado por el British Museum, expone que el hueso encontrado en la parte trasera del interior del cráneo pertenece a la región facial, justo por donde se hacía la extracción del cerebro en la momificación. Así determina que ese hueso fue arrancado de su posición al introducir las herramientas de extracción del cerebro o con posterioridad. Dado que la cavidad craneal se rellenaba (con el fallecido tumbado boca arriba) con resinas que dada la posición del cuerpo se depositaban en la zona occipital y se solidificaban rápidamente, y dado que el hueso mencionado no está sumergido en esa resina, se ha de concluir que el desprendimiento de ese hueso se produce tras el proceso de embalsamamiento. Por lo tanto,se puede descartar   la muerte de Tutankhamón producida por un golpe en la cabeza.

Como los posibles  asesinos, siempre se ha pensado en Aya o  Horemheb ya que estos eran los únicos que tenían posibilidades de sucesión al trono. Aya fue el padre de Nefertiti y principal consejero de Tutankhamón, lo que a priori le aseguraba la sucesión en caso de que Tutankhamón no obtuviese descendientes varones. Por la parte de Horemheb, podía tener a su lado al ejército, aunque esto no había sido nunca razón de sucesión en el Imperio Nuevo, y su boda con Mutjetme lo colocaba en una posición difícil mientras viviese Ankhesenpaatón y Aya.

Aparentemente Horemheb no tenía motivos para matar al rey ya que no le sucedería directamente y suponía un gran riesgo con insuficientes garantias. En cuanto a Aya, a la muerte de Tutankhamón rondaría como mínimo los 67 años es dudoso que a esa edad le cegara la ambición de llegar a reinar. Si su familia pudo secundar una conspiración a favor del clero heliopolitano , a estas alturas ya se podía dar por fracasada.De esta forma es posible que ninguno de los dos tuvieran realmente motivos de peso para matar a Tutankhamón.

El Antiquities and Travel Lovers' Committee (ATLC) exponeunateoría:

Basados en una declaración al respecto hallada en el pedestal de una estatua de Horemheb, en la que dice "hermanos Egipcios, nunca olvidéis nunca que los extranjeros han matado a nuestro rey Tutankhamón" opinan que se puede exculpar al último rey de la XVIII Dinastía.

Por una inscripción hallada en un objeto parecido a una pezuña de cerdo en la tumba de Tutankhamón, dan a Tutu como posible asesino.La inscripción reza: "vete al asesino real y golpéalo y despiértalo de su muerte para confesar y admitir su crimen y así el que ahora es acusado pueda ser declarado inocente". Aunque no especifica quien mató a Tutankhamón, la indicación es clara: algún desconocido fue acusado de su asesinato y por lo tanto Tutankhamón no murió de muerte natural.

Mohamed El-Saghir, jefe del servicio de Antigüedades del Alto Egipto, señala además que los sacerdotes usaron ese objeto para señalar la nacionalidad del asesino ya que no pertenece a los rituales egipcios y es de procedencia foránea. Tutu fue oficial en la corte de Amenhotep III, Akhenatón y Tutankhamón. Su origen parece ser extranjero, siendo señalado por el ATLC como espía del estado vasallo egipcio de Tunib en asía y encargado de esconder cartas que llegaban de esa área pidiendo ayuda a Akhenatón.

Las pruebas arqueológicas son muy pocas y por lo que "el caso Tutankhamón" seguira fomentando nuestra imaginación.

[3] TOMADO DE :http://www.grupoelron.org/historia/tutankamon.htm

Es esta una de las maldiciones más famosas de la historia. Su difusión ha contribuido a aumentar el halo de misterio y de magia que siempre ha envuelto a los majestuosos monumentos funerarios egipcios.

Tutankamón era un joven faraón egipcio de la XVIII Dinastía. Llegada la hora de su muerte fue enterrado según sus costumbres, en una tumba rodeado de sus más preciados tesoros y gran cantidad de alimento del que dispondría en su otra vida. Pero según nos cuenta la historia, jamás Tutankamón disfrutó de las apetitosas viandas ni lució las joyas ocultas en su tumba. En noviembre de 1922, Howard Carter halló, en el Valle de Los Reyes, la momia del joven faraón y sus tesoros intactos.
       Es esta fecha el inicio de la famosa maldición que llevaría la tragedia a la expedición inglesa. Unos días después del hallazgo, Carnarvon, el promotor de la expedición, murió de neumonía, su perro que se encontraba en Inglaterra, también murió.


       La leyenda estaba servida. Los problemas y las dificultades se cebaron con el resto de la expedición que una vez sin promotor, perdió los nervios por completo. A causa de esto, de la pésima actuación de la diplomacia inglesa y del creciente nacionalismo egipcio, tras un sin fin de angustiosos avatares burocráticos y penosas batallas legales, el gobierno del Cairo terminó con confiscar la tumba de Tutankamón. La expedición que en principio había cosechado un brillantísimo éxito, se sumió en la más profunda tristeza a causa de su fracaso y de la muerte del conde Carnarvon.

       Fue la novelista gótica Marie Corelli, la que aderezó la historia de la maldición. En aquel tiempo afirmó poseer un primitivo texto árabe que mencionaba las maldiciones que seguirían a la apertura de la tumba, afirmación que se convirtió en la base popular de la maldición de Tutankamón. La prensa disfrutó de lo lindo gracias a estas declaraciones.
       Todos los periódicos se lanzaron a publicar un sin fin de artículos que ilustraban la perversa maldición de la que eran objeto los componentes de la fallida expedición.
       Sir Arthur ConanDoyle, el padre de Holmes, detective muy famoso en la época, añadió más leña al fuego, declarándose abiertamente creyente en la maldición. El ejiptólogo Arthur Wiegall le puso la guinda al pastel, publicando Tutankamón y otros ensayos, en donde refrendaba la teoría de la maldición.

       La creencia en la maldición que rodea a las momias de Egipto surgió por el respeto que sentían los árabes por la magia egipcia desde que se asentaron en el país, alrededor del siglo VII d.C. Sus interpretaciones se centraron en el acecho de los vivos por los muertos, y desde sus primeros textos advierten de la resurrección de las momias gracias a la magia, basándose en las ilustraciones de las tumbas egipcias.

  Desde la muerte del conde Carnarvon, han aparecido en la prensa noticias alarmistas relacionadas con la maldición de la tumba de Tutankamón, e incluso se llegó a decir que el vuelo que transportó sus tesoros para una exposición en Inglaterra con motivo de su 50 aniversario tuvo un destino fatal.
       Sin embargo a alguien se le olvidó comentar que Howard Carter, el descubridor de la tumba no murió hasta 1939. ¿Porqué destruir una maldición tan encantadora?

http://www.oya-es.net/reportajes/tutankamon.htm[4]


La maldición de Tutankamon
Cuando Howardr Carter y lord Carnarvon abrieron la tumba de Tutankamón se provocaron una serie de sucesos misteriosos. Varias personas relacionadas con el descubrimiento murieron de forma violenta o poco habitual, victimas, según la leyenda, de la maldición del faraón.

Los siniestros presagios tuvieron su origen en relatos no confirmadas acerca de una cadena escalofriante de acontecimientos que comenzaron el día mismo en que los dos arqueólogos y su equipo cruzaron por vez primera el umbral de la tumba, en noviembre de 1922. Se dice que cuando el último hombre volvió a la superficie se levantó una tormenta de arena, particularmente intensa a la entrada de la cueva. Seguidamente un halcón, emblema real del antiguo Egipto, sobrevoló la tumba y se dirigió hacia el oeste, hacia el misterioso «otro mundo» de las creencias egipcias.

El espíritu del faraón muerto, decían las gentes supersticiosas, había dejado caer su maldición sobre quienes violaron su tumba.

Cinco meses más tarde, lord Carnarvon, que entonces tenía 57 años de edad, recibió una picadura de mosquito en la mejilla izquierda. La picadura se le infectó y, debilitado por una septicemia, enfermó de neumonía. A la 1,55 de la madrugada falleció en un hotel de El Cairo, y en aquel instante se apagaron todas las luces de la ciudad. Simultáneamente, en Inglaterra, en su mansión de Hampshire, su perro aulló... y murió.

Quizá lo más extraño de todo fue que, al examinar la momia de Tutankamón, los médicos hallaron una depresión en forma de cicatriz sobre la mejilla izquierda, en correspondencia con la picadura de Carnarvon.

Durante los meses siguientes de 1923 se atribuyó a la misma maldición las muertes de otras personas que visitaron la tumba.

Aubrey Herbert, hermanastro de Carnarvon, murió de peritonitis. AlíFarmy Bey, príncipe egipcio cuya familia decía descender de los faraones, fue asesinado en un hotel de Londres, y su hermano se suicidó. George JayGould, magnate de los ferrocarriles en los Estados Unidos, murió de neumonía después de haberse resfriado en su visita a la tumba, y el millonario sudafricano Wooll Joel murió de una caída.

Richard Bethell, que ayudó a Carter a clasificar el tesoro, murió a los 49 años de edad, al parecer suicidado. Meses después, en febrero de 1930, su padre, lord Westbury, se quitó la vida en Londres, al arrojarse por la ventana de su habitación. En su dormitorio tenía un jarrón de alabastro procedente del sepulcro de Tutankamón.

Durante los años que siguieron al descubrimiento de la tumba en 1922, más de una docena de personas, que de algún modo estuvieron relacionadas con ella, murieron de forma natural.

Peto hubo un hombre que jamás dio crédito a la legendaria maldición de los faraones, precisamente quien hubiera tenido más motivos para temerla. Fue Howard Carter, que murió en marzo de 1939 por causas naturales.

Sin embargo, cuando el gobierno egipcio acordó enviar los tesoros de Tutankamón a una exposición, organizada en Paris en 1966, Mohammed Ibraham, director de Antigüedades, soñó que se vería amenazado por males terribles si permitía que salieran del país. Luchó tenazmente contra la decisión, pero tuvo que acceder en el último encuentro en El Cairo ante las autoridades correspondientes. Cuando salía de la reunión fue arrollado por un automóvil y murió dos días después.
[5] TOMADO DE :http://desgraciashumanas..com/2005/12/00070-la-maldicion-de-tutankamon.html


En 1922 el arqueólogo inglés Howard Carter realiza un descubrimiento extraordinario al encontrar intacta la tumba del faraón Tutankamón. Sin embargo, los obreros le advierten que pesa una maldición sobre la sepultura y que los que la violen morirán. Poco tiempo después la prensa anuncia que los miembros de la expedición son atacados, uno tras otro, por extrañas enfermedades... Joven diseñador y acuarelista inglés, Howard Carter tiene 17 años cuando entra a trabajar al Museo Británico. Está encargado de hacer copias de los jeroglíficos y, en 1891, es enviado a terreno y desembarca en El Cairo. Llega a ser ayudante del famoso egiptólogo FlindersPetrie y, no contento con su trabajo, aprende rápidamente la escritura jeroglífica y se transforma en un investigador y en un egiptólogo competente. Lleva 9 años en Egipto cuando Gastón Maspero, conservador del museo de El Cairo, le confía el cargo de inspector de antigüedades. Sin embargo renuncia al año siguiente. Aunque está sin empleo Carter no se decide a regresar a Inglaterra.



¿Qué pasó con Tutankamón?

En 1906 Maspero le presenta a lord Carnarvon, un hombre acaudalado apasionado por la egiptología. Carnarvon consigue una concesión para realizar excavaciones y contrata a Carter. En la primera temporada los dos hombres y su equipo descubren la tumba de un príncipe de la XVII dinastía. Aunque fue saqueada contiene todavía algunos objetos interesantes. Este primer descubrimiento aumenta el entusiasmo del mecenas, al que Carter expone entonces su raciocinio: todos los soberanos de la XVII dinastía fueron enterrados en el Valle de los Reyes y todas las sepulturas fueron encontradas, a excepción de una: la del joven rey Tutankamón, quien sucedió por breve tiempo al célebre Akenatón, llamado también Amenofis IV.

Los arqueólogos piensan que debido a su escasa importancia y a la brevedad de su reinado, Tutankamón está enterrado en otro lugar. Pero Carter está convencido de que no es así y cuando el americano Davis anuncia que finalizó sus excavaciones en el Valle de los Reyes, Carter encarece a Carnarvon que pida la concesión. Sus investigaciones y cálculos le permiten le permiten cincunscribir las excavaciones a un perímetro determinado, pero cuando ambos están listos para lanzarse a la aventura estalla la Primera Guerra Mundial. Los dos hombres deben esperar hasta 1918 para retomar la tarea.

Miles de metros cúbicos de tierra deben ser removidos a mano, ya que el lugar escogido por Carter está situado en una zona que los demás arqueólogos utilizaron para depositar sus escombros. Pasan muchas temporadas de excavaciones y los investigadores encuentran algunos objetos, pero no la tumba. Finalmente en noviembre de 1922 los obreros encuentran unos escalones que se hunden en la tierra y conducen hacia una puerta: es la tumba y Carter avisa a Carnarvon, quien se encuentra en Londres.

La advertencia del canario

Desde hace algún tiempo Carter posee un canario, con el cual su equipo se encariñó, ya que piensan que el "pajarito de oro" trae buena suerte. Pero algunos días antes de la apertura de la tumba el canario sufre una tragedia: una cobra se desliza en su jaula y se lo traga. La cobra es la serpiente de los faraones, símbolo de la realeza. Los obreros ven en este asunto un mal presagio, y cuando Carter y Carnarvon se preparan a abrir la primera puerta un contramaestre les advierte que morirán como el pájaro si violan el descanso de Tutankamón. Los arqueólogos no toman en cuenta la advertencia y junto a Evelyn, la hija de Carnarvon, y el egiptólogo Callender, quien realiza sus propias excavaciones a algunos kilómetros del lugar, entran en la sepultura. Una primera cámara les revela un tesoro fantástico: un trono, estatuas, muebles, carros, armas, todo reluce de oro y piedras preciosas. En otro cuarto, recubierto de cerámica azul y oro, están encerrados los tres sarcófagos, encajados uno dentro del otro, de Tutankamón, y una última cámara contiene estatuas y cofres llenos de joyas. Carnarvon y Carter acaban de realizar el descubrimiento arqueológico más importante de todos los tiempos: la tumba intacta de un faraón, milagrosamente preservada de los saqueos.

¿Obra de la maldición?

El año siguiente, después de ser picado por unos mosquitos, lord Carnarvon contrae fiebre y su estado empeora rápidamente. Es trasladado a El Cairo, donde muere el 5 de abril de 1923 a las dos de la madrugada. En ese preciso instante todas las luces de la ciudad se apagan, la electricidad acaba de cortarse. La prensa, que había oído los rumores acerca de la advertencia hecha al momento de la apertura de la tumba, ve en Carnarvon la primera víctima de la maldición. ¿Acaso no era el socio principal, el verdadero responsable de violar el descanso real?

Los acontecimientos siguientes dejan felices a los periodistas, ávidos de sensacionalismo. Jorge Benedite, egiptólogo que trabaja para el Louvremuere después de visitar la tumba y su homólogo norteamericano Arturo Mace sufre la misma suerte; luego siguen el hermano y la enfermera de lord Carnarvon, el secretario de Howard Carter... Se llega a contar hasta veintisiete muertes "misteriosas", la mayor parte de ellas debido a enfermedades. La prensa habla entonces de un virus que permaneció cautivo en la tumba durante tres mil años. Pero los exámenes efectuados no revelan la presencia de ninguno. Los periodistas siguen cada pista adicional sobre la maldición, llegando incluso a inventar la existencia de una inscripción en la tumba: "los que entren a esta tumba sagrada serán muy pronto tocados por las alas de la muerte", que nunca existió.

Sin embargo, estas muertes en cadena no son suficientes para apoyar la idea, por más seductora que fuese, de una venganza del faraón sobre los que turbaron su descanso eterno. Además de que el clima de Egipto es particularmente malsano, hay que reconocer también que entre los principales actores del drama que penetraron en la tumba, solo lord Carnarvontenía 57 años cuando murió, y hacía años que su salud estaba deteriorada. Howard Carter, Evelyn Carnarvon y el arqueólogo Callender, que participaron con él en la apertura de la sepultura, terminaron apaciblemente sus días muchos años más tarde.

La moda de la egiptología

Cuando Napoleón I desembarcó en Egipto en 1798, además de los soldados llevaba consigo numerosos eruditos. De allí nació una ciencia nueva: la egiptología. El descubrimiento de la piedra Rosetta, que tenía grabado un texto bilingüe, permitió a Champollion traducir los jeroglíficos en 1822. Augusto Mariette descubrió en 1851 la necrópolis subterránea de Menfis. Durante todo el siglo XIX y hasta principios del siglo XX Egipto estuvo de moda. Europa y América se apasionaron por el país y las expediciones arqueológicas se multiplicaron.

Museos y coleccionistas se peleaban los objetos antiguos a precio de oro y los viajeros iban a admirar las pirámides y el Valle de los Reyes. En el museo de Louvre nuevas salas acogían cada día más visitantes y en 1831 el pachá Mehemet-Alí regaló a Luís Felipe dos obeliscos que adornaban la entrada del templo de Luxor. 32 años más tarde el jedive Ismael fundó el Museo de El Cairo y Mariette fue su primer conservador; cuando éste falleció Maspero ocupó su lugar. A partir de 1880 los ingleses reemplazaron a los franceses, cuando FlindersPetries fundó la Sociedad de Exploración de Esgipto (EgyptExplorationSociety). Después de la Primera Guerra Mundial y durante la década de 1920, los investigadores retornaron a las exploraciones con gran entusiasmo.


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